¿Al objeto transicional le hace falta el objeto a?

Aunque Jacques Lacan hizo referencia en su Seminario (1) al objeto transicional de Donald Winnicott (2), con quién incluso mantuvo comunicación epistolar (3), él mismo se ocupó de diferenciar el objeto de su enseñanza. Sin embargo, esta relativa cercanía entre el psiquiatra y psicoanalista francés y el pediatra y psicoanalista inglés ha autorizado a algunos a ofrecer lecturas lacanianas de Winnicott.

 

En este comentario de textos asumo una posición opuesta, con el fin de distinguir epistémicamente estos dos aportes al cuerpo conceptual psicoanalítico. La idea no es corregir a los que han planteado lacanianamente el objeto transicional como precursor ordinario del objeto a (4), sino solidarizarnos con la propia idea de Lacan sobre la especificidad de este último término teórico dentro de su sistema conceptual. Con este fin he venido realizando una lectura deconstructiva de Winnicott que permita rescatar lo más original de su enseñanza clínica. Objetivo teórico para el cual el pensamiento filosófico-psicoanalítico de Gilles Deleuze & Félix Guattari me ha ofrecido una herramienta productiva (5).

 

Para dimensionar la diferencia de perspectiva analítica entre el concepto de objeto a y el de objeto transicional puede ser útil entender que, mientras que para el primero la pulsión es el eco en el cuerpo de que hay un significante, para el segundo la libido es el efecto psicosomático de una experiencia significativa entre los cuerpos.

 

Para explicarlo topológicamente, podemos visualizar la imagen de un objeto transicional que no cierra los extremos de la banda de Moebius en una estructura circular de indiferenciación significante entre lo psíquico y lo social, tal como sí lo hace el objeto a mediante el corte que genera la entrada de lo real ontognético en el registro de lo simbólico.

Por eso al objeto transicional es mejor entenderlo como un efecto intensivo sobre el soma de los pliegues que se generan de manera inmanente a lo largo del plano extendido de lo real ontológico.

Aunque el estudio de la reproducción de estos pliegues materiales a partir de modelos fractales pertenece técnicamente al campo de la economía política, el agenciamiento maquínico entre lo real ontológico y lo real ontogenético representa un interés investigativo para los psicoanalistas puesto que, precisamente, en medio de dicho espacio potencial acontece la formación transicional del signo -gracias a la acción específica del objeto primario sobre el organismo del neonato- en un gesto espontáneo de afirmación existencial.

 

Solamente en un momento lógico posterior, del desarrollo vital conquistado por la cultura como proceso psicogenético de socialización familiar, este signo será objeto de una operación de negación existencial, que originará la estructuración psíquica a partir de la negativización que es propia del encadenamiento del ser al significante.

 

No obstante esta serie lógica, sólo posible de establecer retroactivamente, no determina la existencia del objeto transicional, que nada debe a la instauración intrapsíquica del objeto a, mientras que este sí depende de la potencia vital de aquél.

 

En resumen: el objeto a generalmente es explicado en la teoría de la falta -de tradición freudo-kleino-lacaniana- como el residuo de la fundación del sujeto en una posición depresiva que lo fija a fantasmas reprimidos en el inconsciente estructurado como un lenguaje; por su parte el objeto transicional, que aquí se propone con base en la teoría de la producción deseante, es el índice de la función lúdica de virtualización de lo real, que la experiencia de ilusión cumple en el apuntalamiento de la libido -entendida como fuerza vital transversal-, necesaria para dinamizar todo proceso inconsciente de estructuración subjetiva, tanto individual como colectiva.

 

 

Referencias bibliográficas

 

1) Jacques LACAN (1962-3) “Clase XXIII”, en: El Seminario X: La Angustia.  Buenos Aires: Paidós (2006) p. 335 – 351.

 

2) Donald Winnicott (1971) “Los objetos y los fenómenos transicionales”, en: Jugar y Realidad. Barcelona: Gedisa (2008) p. 17 – 47.

 

3) J. LACAN  (1960) “Carta a Winnicott”, en: Intervenciones y Textos 1. Buenos Aires: Manantial (2002) p. 81 – 86.

 

4) Jean-Claude Maleval (2009) “¿Objeto autístico u objeto transicional?”, en: El Autista y su Voz. Madrid: Gredos (2011) p. 124 – 130.

 

5) Gilles Deleuze & Félix Guattari (1972) “Las máquinas deseantes”, en: El anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia. Buenos Aires: Paidós (2010) p. 11 – 57.

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