El deseo en Silencio

 

            En la película Silencio de Martin Scorsese (2016), una historia sobre el Japón del siglo XVII que prohibía el cristianismo, hay una escena en el minuto 25 que condensa mi lectura de este largometraje.

 

            Los sacerdotes Rodríguez y Garupe están bautizando clandestinamente un bebé, cuando sus padres les preguntan con regocijo si ahora sí están todos con Dios en el paraíso. A lo que los jesuitas portugueses responden piadosamente "¿el paraíso? ¿ahora? ¡No, no! Pero Él está allí ahora y para siempre, prepara un lugar para nosotros, ahora mismo".

 

            Scorsese supo captar sensible-mente la diferencia subjetiva entre la espiritualidad inmanente del budismo, en la que dios es una imagen de lo humano a semejanza de la naturaleza, y la religiosidad trasmundana del judeo-cristianismo, que distingue a los seres humanos de los animales por el impagable sentimiento de culpa y su compulsión a la confesión.

 

            Esta escena resulta útil para ilustrar la dimensión afirmativa y productiva que para mi Winnicott (leído con Deleuze & Guattari) también tiene el deseo, en contraste con la acepción negativizadora y antiproductiva a la que se reduce este concepto en la tradición kleiniana; la cual suele ser retomada, a veces sin ser advertida, por lecturas lacanianas de Freud que en su doctrina dividen cartesianamente entre pulsión y deseo.